Mi amigo
el libro
Me pongo
delante de mi ventana mirando el exterior, veo un día gris, siendo esto
natural, estamos en invierno y el tiempo, su meteorología nos invita a la
protección del hogar, pero en este momento crítico de mi vida necesito
airearme, andar, pasear, que la llovizna que está cayendo me dé en el rostro,
vamos que, quiero sentir ese aire fresco y natural de exterior.
Me envolví
en mi abrigo, tomé mi sombrero, y me dispongo a salir. Una vez en el exterior, sentí
esa sensación de libertad que da el no estar encerrado entre cuatro paredes,
aunque éstas sean las de tu propia vivienda.
Empiezo a
caminar sin rumbo fijo, me da los mismo en qué dirección, sólo quiero caminar, sentir
el frio que nos da este día de invierno.
Llevo
tiempo caminado, fijándome en todo los que me encuentro a mi paso, cada
detalle, cada forma, cada olor y sonido. Hoy necesito todas esas sensaciones,
por muy raro que parezca.
De pronto
veo a lo lejos, en un banco cobijado bajo techo de la lluvia, un libro, tengo
la necesidad de curiosear y me dispongo a ir a su encuentro.
Una vez
en el banco, y como un crío nervioso, tomo el libro en mis manos con una
delicadeza inusitada en mí. Lo ojeo poco a poco, el miedo que me hace temblar
las manos por si en alguna acción deterioro las hojas al pasarlas con mis
dedos.
De
pronto, oigo una voz que me pregunta —¿Qué haces? Sorprendido, miro al mi
alrededor. No veo a nadie. Me digo para mí, en silencio —esto es cosa de mi
mente. Y, continúo con el ojeo del libro.
De nuevo
vuelvo a oír la misma voz, está vez me dice —¿Estás sordo?
Está vez
escéptico, escudriñó más despacio el sitio donde me encuentro, de nuevo no veo
a nadie. —¿Me estará jugando una mala pasada mi cabeza? —Me pregunto.
Pero de
igual manera, sigo con mi quehacer, fijándome en el libro. Ya más atento en el
mismo, me llega a mis oídos esa voz dichosa, pero en estos momentos me doy
cuenta de que proceden del libro. Presto más atención.
—El libro
me dice —Qué soy yo.
—Un momento
—Le contesto, preguntándole a continuación —¿Los libros no hablan ?
—Estás
muy confundido —Me dice el libro, y seguidamente —Yo soy especial, soy un libro
amigo.
—Estaré
loco —Me digo. Pero sigo conversando con el libro.
Ha pasado
más de dos horas, y sigo con el tú a tú, entre el libro y yo. Hemos hablado de
mil cosas, y no me canso de hacerlo, por curiosidad, tal vez, o porque me
encuentro a gusto conversando con este libro, aunque esto parezca raro.
En fin,
que sigo manteniendo el libro entre mis manos y, lleno de felicidad por lo que
me ha ocurrido, me dirijo a mi casa esperanzado y curioso, pues mi amigo el
libro, me ha dicho que, mañana me va a presentar a toda su familia, que es
inmensa.
Continuará,
si se puede.
bayekas
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