Páginas

miércoles, 17 de octubre de 2018

Mi amigo el libro


Mi amigo el libro

Me pongo delante de mi ventana mirando el exterior, veo un día gris, siendo esto natural, estamos en invierno y el tiempo, su meteorología nos invita a la protección del hogar, pero en este momento crítico de mi vida necesito airearme, andar, pasear, que la llovizna que está cayendo me dé en el rostro, vamos que, quiero sentir ese aire fresco y natural de exterior.

Me envolví en mi abrigo, tomé mi sombrero, y me dispongo a salir. Una vez en el exterior, sentí esa sensación de libertad que da el no estar encerrado entre cuatro paredes, aunque éstas sean las de tu propia vivienda.

Empiezo a caminar sin rumbo fijo, me da los mismo en qué dirección, sólo quiero caminar, sentir el frio que nos da este día de invierno.

Llevo tiempo caminado, fijándome en todo los que me encuentro a mi paso, cada detalle, cada forma, cada olor y sonido. Hoy necesito todas esas sensaciones, por muy raro que parezca.

De pronto veo a lo lejos, en un banco cobijado bajo techo de la lluvia, un libro, tengo la necesidad de curiosear y me dispongo a ir a su encuentro.

Una vez en el banco, y como un crío nervioso, tomo el libro en mis manos con una delicadeza inusitada en mí. Lo ojeo poco a poco, el miedo que me hace temblar las manos por si en alguna acción deterioro las hojas al pasarlas con mis dedos.

De pronto, oigo una voz que me pregunta —¿Qué haces? Sorprendido, miro al mi alrededor. No veo a nadie. Me digo para mí, en silencio —esto es cosa de mi mente. Y, continúo con el ojeo del libro.

De nuevo vuelvo a oír la misma voz, está vez me dice —¿Estás sordo?

Está vez escéptico, escudriñó más despacio el sitio donde me encuentro, de nuevo no veo a nadie. —¿Me estará jugando una mala pasada mi cabeza? —Me pregunto.

Pero de igual manera, sigo con mi quehacer, fijándome en el libro. Ya más atento en el mismo, me llega a mis oídos esa voz dichosa, pero en estos momentos me doy cuenta de que proceden del libro. Presto más atención.

—El libro me dice —Qué soy yo.

—Un momento —Le contesto, preguntándole a continuación —¿Los libros no hablan ?

—Estás muy confundido —Me dice el libro, y seguidamente —Yo soy especial, soy un libro amigo.

—Estaré loco —Me digo. Pero sigo conversando con el libro.

Ha pasado más de dos horas, y sigo con el tú a tú, entre el libro y yo. Hemos hablado de mil cosas, y no me canso de hacerlo, por curiosidad, tal vez, o porque me encuentro a gusto conversando con este libro, aunque esto parezca raro.

En fin, que sigo manteniendo el libro entre mis manos y, lleno de felicidad por lo que me ha ocurrido, me dirijo a mi casa esperanzado y curioso, pues mi amigo el libro, me ha dicho que, mañana me va a presentar a toda su familia, que es inmensa.

Continuará, si se puede.
bayekas

No hay comentarios:

Publicar un comentario