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martes, 13 de noviembre de 2018

¿Qué quieres que te diga?



¿Qué quieres que te diga?

Sí, vigilante, ¿qué quieres que te diga? Te sigo en varios grupos de WhatsApp, te leo en Twitter, y como no, estoy contigo en Facebook. Además, suelo visitar algún que otro blog de vigilantes. Como puedes ver hay pluralidad.

Paso un tiempo en estos sitios intentando comprender cómo eres, y con el fin de hacerme una idea de cómo puedes ser en pensamiento, y además, de poder tener una opinión más certera de ti.

No en vano, sueles hablar mucho, comentando mediante la escritura muchos actos que dicen cosas de ti, de tu comportamiento, de lo que se supone o dices que haces.

Una cosa es cierta, en este sector en el que tú estás, hay miedo, mucho miedo, no por el qué dirán, en ese sentido no te importa lo que digan los demás, estás acostumbrado a las descalificaciones, es más, en algún momento las has sufrido. Pero si tienes miedo a la empresa, al conjunto de ella, no protestas (en mayoría) por ese miedo que te invade, que se mete por los poros de tu piel ocupando hasta tu alma, ello te imposibilita unirte a los demás, tener una visión de esa unión, protestar colectivamente, acudir a las concentraciones y/o manifestaciones.

Llegado este punto, hay que dejar claro, que un porcentaje minoritario es el que protesta, se mueve, acude, van a donde tenga que ir, en definitiva, se moviliza por todos, pero ellos.

Por ser esa minoría, con mucha intención e intensidad, no puede doblegar a las empresas, a la patronal y, según qué sindicatos, para que esto cambien de una vez por todas, por ello, mañana será más de lo mismo.

Sigue así, sin despertar, y con ese miedo corrosivo, que imposibilita tener mejoras, con lo que seguirá con esos salarios de mierda, sufriendo en esas empresas piratas, cobrando cuando a la empresa le venga en gana y no como marca el convenio. Tratado como una mercancía barata que hace lo que la empresa quiera o el cliente le apetezca.

El tiempo lo puede cambiar todo contigo al frente, pero tú buscas una comodidad económica a base de sacrificar tu vida y la de los tuyos por unas míseras horas extras, éstas son como las 30 monedas de plata que le fueron entregadas a Judas.

Mientras tú no cambies la mierda siempre estará servida.
bayekas

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