La oveja
impaciente (05.12.2018)
Un pastor
tenía dos ovejas que habían parido corderitos. Por las noches, los encerraba a
todos en un corral para que no se las comieran los lobos y, durante el día, soltaba
a las ovejas y dejaba a los corderitos en casa.
En una
ocasión, un temporal de lluvias sorprendió a las ovejas y desbordó un río que
le impedía volver a casa para amamantar a sus crías.
Una de
ellas se puso apastar pacientemente en la orilla, esperando que bajaran las aguas.
La otra se impacientó pensando que no volvería a tiempo para dar de comer a los
corderos y éstos se morirían de hambre, además de que podían ser devorados por
los lobos.
—Tranquila, las aguas bajarán y mañana
podremos volver a casa sanas y salvas—
Le dijo su compañera.
De nada
sirvió, ya que la oveja se arrojó igualmente al agua. El pastor, que había
intentado ayudarlas, vio, impotente desde la otra orilla, cómo el cuerpo de la
oveja era arrastrado por la corriente, que lo empotraba contra las rocas.
Pasadas
unas horas, el nivel del río descendió y la otra oveja pudo volver a casa. A
partir de entonces, se hizo cargo de sus hijos y de los huérfanos.
Moraleja.-
Esto nos hace ver que sin esperanza es imposible tener paciencia, pero también que
la impaciencia por alcanzar las cosas rápido nos hace perder la oportunidad de conseguirlas
en el futuro.
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