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lunes, 17 de junio de 2019

Érase que se era, una palabra que… (17.06.2019)


Érase que se era, una palabra que… (17.06.2019)

Érase que se era, una palabra que se viera y oyera, tan grandiosa y hermosa que, todo el mundo la pronunciaba porque de sobra la conocían.

En la boca la llevaban, y de ella, bien salía. Como deseo la pronunciaban y a su vez miles de veces repetían, sobre todo, al cabo del día. Al oírla las personas lo agradecían.

Que bien, la gente la sentían, cuando a ellas se la dirigían. Se veían y ya estaban con la palabra del día. Que es para ti, también para aquel, además, para mí. Y por qué no, para vosotros también. Y no digamos para aquellos, que bien se lo merecían. Pero como era natural, también, a nosotros nos la daban al encontrarnos. Pues al fin y al cabo y, cómo has visto, para todos era dicha y bien recibida, y no digamos pronunciada.

Eso sí, de tanto decir y repetir, a la gente le sonaba corta. Entonces se pusieron a considerar, una palabra sola, al igual no dice nada. Y con ello, todos se juntaron un buen día. ¿Qué decir? ¿Qué hacer? Las personas repetían.

Como no llegaban a consenso, se volvieron de nuevo a ver. Venga, venga, pensaremos que palabra añadiremos. Qué no, que sí. Qué esa sobra. Qué esa no une. Qué el sonar no da lugar. Esa se pronuncia un poco mal. Mejor dejarlo estar. Y todos de nuevo se pusieron a cavilar.

Qué sí, que no, la palabra que unirían, la maldita no salía. Bueno, bueno, se repetían, con paciencia y sabiduría un buen día nos saldría.

Qué tú, que aquél, que el de más allá, que nosotros también ¿Y por qué no aquellos? ¡O nosotros, por favor! Con asombro se decían. Venga, que nadie se queda a la zaga, todos al unísono continuarían. Y como era de esperar, reflexionando se quedaban de nuevo cada día.

Buenos, buenos, repetirían, que palabra añadirían. Qué será, que serían, que aquí no salía. Ellos, todos, sólo sabían repetir, una y otra vez, "buenos, buenos". Y de ahí los pobres no salían.

Pues..., como era de esperar, se volvieron a concentrar para poder consensuar la palabra que añadiría.

Pero quiso que el azar, por allí pasará un zagal, repitiendo sin cesar, como si fuera un cantar:

"Qué día, que día, qué día..."

Y todos quedaron prendados de la palabra que ese día oían, que no era otra qué: ¡Día! Y al estar todos asombrados, en ese momento acordaron que la palabra que unirían a la que ellos usaban, que no era otra que, la de "Buenos", a ésta añadirían, en su parte posterior la de "Día".

Y como todo lo bueno sale del corazón, en parejo la podrían y, de ahí salió, la palabra que, con amor y con ilusión, todos se dirían y desearían: ¡Buenos días!, : ¡Buenos días!, : ¡Buenos días!
bayekas

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