Páginas

sábado, 27 de octubre de 2018

Vi un ser humano convertido en robot



Vi un ser humano convertido en robot

Érase un ser sin nombre, algo vulgar o común; éste ser se encontraba en una ciudad, se puede especificar, pero era como tantas otras, una más. Siendo un ente muy corriente, anónimo, de esos que pasan desapercibidos.

Su forma de hacer se podía predecir, pues, la realizaba muy repetitiva, llegándose a ser monótona, incluso podía decirse, muy mecánica, no diferenciándose de los demás. Algo nos podía indicar que tenía una tendencia automática, como si estuviéramos viendo un robot.

Nos centramos en su actividad diaria, a primera hora los pudimos ver en una fábrica de esa urbe, donde realizaba su tarea. En ese preciso momento se encienden las luces, iluminando todos los rincones e instancias. No quedaba nada ni nadie que esa luz no alcanzara.

No se sabe cómo ni de qué manera, al instante, todos y cada uno de ellos, se dirigieron a ocupar su puesto en la cadena de montaje que, con anterioridad les habían marcado.

Una vez posicionados, se oye un sonido que se podía clasificar como el de una sirena, en otro ángulo y al mismo tiempo, una luz roja parpadeaba, al verla todos se pusieron a producir. Por curiosidad me fije un momento en parte de ellos, me lleve la impresión de que nadie desviaba la mirada de la cadena, ni se distraía con algunos de los ruidos que con constancia sonaban.

Pasaban las horas, todos seguían como si fueran el principio, sin bajar el ritmo marcado, además, nadie se movía del sitio que inicialmente se habían posicionado. Era de extrañar, después de tanto tiempo en la misma posición y compás de producción, en ninguno se notaba o se podía ver un atisbo de fatiga o cansancio. Los movimientos eran maquinales e iterativos. Según se terminaban las piezas, al final de la cinta transportadora de la cadena de producción, se encontraban otros entes, que con la misma cadencia lo apilaban en un almacén continuo.

De pronto, se vuelve a escuchar el sonar de la sirena por toda la cadena y, como si  un resorte les soltara, pararon su actividad, al mismo tiempo que se dirigían a otra de las instancias de la fábrica, en esa sala o módulo, todos se paradón en un orden determinado, que yo no podía comprender ni precisar con exactitud. Una vez estuvieron todos en ese orden y bien alineados, apareció un hombre con una bata blanca que, cuando llegaba a la altura de cada uno de ellos, recogía un cable del suelo, en cuya punta se podía precisar que se encontraba un enchufe y lo conectaba en una de las partes del cuerpo de esos seres, al unísono se les encendía una luz verde parpadeante.

No pudiendo contener mi intensa curiosidad, me aproximé a donde se encontraban todos y cada uno de ellos, al tocarlos, me di cuenta de que cada de que eran robots.

Salí corriendo de allí, atemorizado como estaba, no miré para atrás hasta que consideré que estaba lo bastante lejos para pararme con seguridad. No volví nunca jamás por miedo a que me convirtieran en uno de ellos.

¡Yo trabajo en una cadena de montaje similar!
bayekas


No hay comentarios:

Publicar un comentario