Vi
un ser humano convertido en robot
Érase
un ser sin nombre, algo vulgar o común; éste ser se encontraba en una ciudad,
se puede especificar, pero era como tantas otras, una más. Siendo un ente muy
corriente, anónimo, de esos que pasan desapercibidos.
Su
forma de hacer se podía predecir, pues, la realizaba muy repetitiva, llegándose
a ser monótona, incluso podía decirse, muy mecánica, no diferenciándose de los
demás. Algo nos podía indicar que tenía una tendencia automática, como si estuviéramos
viendo un robot.
Nos
centramos en su actividad diaria, a primera hora los pudimos ver en una fábrica
de esa urbe, donde realizaba su tarea. En ese preciso momento se encienden las
luces, iluminando todos los rincones e instancias. No quedaba nada ni nadie que
esa luz no alcanzara.
No
se sabe cómo ni de qué manera, al instante, todos y cada uno de ellos, se dirigieron
a ocupar su puesto en la cadena de montaje que, con anterioridad les habían
marcado.
Una
vez posicionados, se oye un sonido que se podía clasificar como el de una sirena,
en otro ángulo y al mismo tiempo, una luz roja parpadeaba, al verla todos se
pusieron a producir. Por curiosidad me fije un momento en parte de ellos, me
lleve la impresión de que nadie desviaba la mirada de la cadena, ni se distraía
con algunos de los ruidos que con constancia sonaban.
Pasaban
las horas, todos seguían como si fueran el principio, sin bajar el ritmo
marcado, además, nadie se movía del sitio que inicialmente se habían posicionado.
Era de extrañar, después de tanto tiempo en la misma posición y compás de
producción, en ninguno se notaba o se podía ver un atisbo de fatiga o cansancio.
Los movimientos eran maquinales e iterativos. Según se terminaban las piezas,
al final de la cinta transportadora de la cadena de producción, se encontraban
otros entes, que con la misma cadencia lo apilaban en un almacén continuo.
De
pronto, se vuelve a escuchar el sonar de la sirena por toda la cadena y, como
si un resorte les soltara, pararon su
actividad, al mismo tiempo que se dirigían a otra de las instancias de la
fábrica, en esa sala o módulo, todos se paradón en un orden determinado, que yo
no podía comprender ni precisar con exactitud. Una vez estuvieron todos en ese
orden y bien alineados, apareció un hombre con una bata blanca que, cuando
llegaba a la altura de cada uno de ellos, recogía un cable del suelo, en cuya
punta se podía precisar que se encontraba un enchufe y lo conectaba en una de
las partes del cuerpo de esos seres, al unísono se les encendía una luz verde
parpadeante.
No
pudiendo contener mi intensa curiosidad, me aproximé a donde se encontraban
todos y cada uno de ellos, al tocarlos, me di cuenta de que cada de que eran robots.
Salí
corriendo de allí, atemorizado como estaba, no miré para atrás hasta que
consideré que estaba lo bastante lejos para pararme con seguridad. No volví nunca
jamás por miedo a que me convirtieran en uno de ellos.
¡Yo
trabajo en una cadena de montaje similar!
bayekas
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