El
señor que amaba a los dragones (11.01.2019)
Este
era un hombre llamado Ye, que tenía una afición obsesiva por los dragones.
Admiraba su forma, la manera como miraban. Se extasiaba al ver las láminas que
los representaban echando fuego por la boca y sometiendo a todos los enemigos
con los que se enfrentaban.
Era
tal su admiración por los dragones que conocía todas las leyendas que los
mencionaban. También mandó pintar gigantescos dragones en su casa, tanto en las
paredes como en los techos. Su casa parecía un templo dedicado a los dragones.
Una
noche, cuando menos lo esperaba, por una de las ventanas irrumpió la cabeza de
un dragón. Sin darle tiempo a reaccionar, comenzó a echar fuego por sus fauces
y el hombre amante de los dragones corrió y gritó por todas partes. El señor Ye
solo atinó a huir como pudo y casi se vuelve loco de la impresión.
Esta
es una de las fábulas chinas que nos enseña a amar las realidades concretas, no
aquellas que están en nuestra mente.
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