Un milagro de Navidad (23.12.2018)
A pocos días de salir de vacaciones de
invierno, un profesor llegó a clase con sus estudiantes y anunció que dejaría
una tarea muy especial para vacaciones. Los chicos protestaron.
—No
es justo, maestro —dijeron—, nosotros no queremos estudiar en Navidad.
—No
les voy a pedir que estudien —repuso el
profesor con una sonrisa—, mi tarea es
mucho especial que lo que pueden aprender en los libros.
Sus alumnos se miraron entre sí con
sorpresa.
—Quiero
que consigan todos los juguetes que puedan y que vayan, y los obsequien a los
niños que más los necesitan —dijo el maestro—, así podrán aprender cual es el verdadero
significado de estas fechas. Quiero que ayuden y sean generosos con alguien.
Los chicos aceptaron la tarea con gran
alegría y, después de hacer una colecta entre todos, reunieron suficiente
dinero para comprar algunos juguetes.
Decidieron ir al hospital infantil de
la ciudad, pensando que a los niños que estaban enfermos en una fecha tan
importante, les haría ilusión recibir obsequios. Todos se vistieron como elfos
de Navidad y llegaron a la clínica con los regalos en un enorme saco.
Pero cuando entraron allí, se dieron
cuenta con estupefacción que había muchos más niños de los que habían pensado.
Todos estaban aquejados de alguna
enfermedad de consideración, pero les observaban con mucha ilusión en las
caritas. Y los recién llegados, temerosos de decepcionarlos a todos, pensaron
rápidamente en que podían hacer. No les iban a alcanzar los juguetes para
todos.
Así que decidieron que entregarían solo
a los más pequeños y después volverían con más regalos para el resto.
Abrieron pues su saco y se dispusieron
a repartir todos los juguetes que habían traído consigo. Pero cuál fue su
sorpresa, al ver que estos no parecían terminarse. Siempre que metían la mano
aparecía algo nuevo para el siguiente niño que aguardaba con esperanza en su
cama. Y así fueron entregándolos, hasta que ninguno de los pequeños pacientes
se quedó sin su presente.
—¿Cómo es posible? —se preguntó uno de
los alumnos— Si en la juguetería solo
compramos regalos para unos cuantos. Y aquí los había por decenas.
Ninguno de ellos se supo explicar como
había ocurrido aquello. Pero lo importante era que los niños estaban felices.
Al volver de las vacaciones invernales,
le contaron a su maestro lo que había ocurrido. Este sonrío enigmáticamente,
como si supiera algo que ellos ignoraban.
—¿Sabe
usted que pudo haber pasado, profesor?
—Lo
único que sé —dijo él—, es que cuando varias personas se unen para hacer un acto noble desde el
corazón, todo es posible. Así que no se pregunten más como sucedió aquello.
Ustedes crearon un milagro para esos niños con la magia de sus corazones.
Con este cuento para niños hemos
aprendido que la generosidad es inagotable. Todos tenemos nuestro propio saco
de regalos que jamás se vacía. Este está dentro de tu corazón, lleno con
sentimientos nobles como la amistad, el amor y la nobleza, con los que siempre
podrás reconfortar a quienes más lo necesiten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario