La
niña en el bosque
Era
una noche lluviosa. El agua caía desmesuradamente sobre la encharcada tierra,
ésta se había convertido en un barrizal difícil para el caminar.
A
parte de eso, la noche estaba cerrada, la Luna debido a la tormenta estaba
oculta sobre las nubes grises que se alzaban sobre el cielo, su oscuridad era
intensa, apenas se podía divisar algo sobre la cortina de agua que en esos
momentos estábamos padeciendo.
Todos
continuaban centrados en el cometido indicado por las autoridades del pueblo.
La mayoría de los vecinos estaban allí voluntariamente centrados en búsqueda de
la niña. Hacía más de diez horas que la niña se le había visto por última vez
en el pueblo.
A
pesar de las inclemencias del tiempo y, de cómo se encontraba el terreno, todos
continuaban obsesionados con encontrar a la niña. El correr del tiempo
apremiaba para encontrar a la niña perfectamente y cuanto antes.
Nadie
se rendía, al contrario, todos se afanaban más en la tarea. Iban formando un
cordón, mediando entre uno y otro apenas un metro. La batida ya había recorrido
varios kilómetros en el bosque. La niña no había sido vista aún.
En
este afán de encontrarla, todos iban armados con su linterna, con ella se
ayudaban para divisar bien el terreno que estaban pisando con la batida.
De
pronto, en la oscuridad y en el silencio de esa noche, se oyó como una voz
dando la alarma. Alguien había visto algo. Todos se detuvieron al momento sin
abandonar su puesto en esa especie de formación, a la espera de que se
continuará o no con la búsqueda de la niña desaparecida.
Cómo
un rumor a los lejos, los allí presentes, pudieron oír que se continuaba con la
tarea y que se iba por buen camino. Sólo se había encontrado un jirón del
vestido de la niña que se andaba buscando. Pasaron, tal vez, cuatro o cinco
horas, nadie podría precisar en esos momentos, desde que se encontró enganchado
en una rama un trozo de tela del vestido de la niña. A todo esto, se volvió a
escuchar en la lejanía un grito, está vez era distinto.
Todos
cesaron en el andar a la espera de los resultados del grito. En esos momentos,
se empezó a oír unos gritos de alegría. Los voluntarios, empezaron a salirse de
la formación que hasta ese momento con mucha tensión habían formado.
La
niña había sido encontrada, estaba sana y salva, eso sí, empapada por las
inclemencias del tiempo y algo asustada. Tenía entre sus manos un osito de
peluche y lo abrazaba con mucho cariño.
La
niña sólo sabía decir, que su osito se había extraviado en la espesura del
bosque, y que, lo había encontrado, protegiéndole de los hombres malos.
Todos
felices volvieron poco a poco a sus casas en el pueblo y, con la satisfacción
del deber cumplido.
Lo
bien hecho, bien parece, agregando, además, nunca es tarde si la dicha es
buena.
Y
colorín colorado este cuento se ha acabado.
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