Hola
libro ¿Qué me cuentas?
Érase
en un lugar donde habitaban muchos libros, como era de esperar, ya sabes en
donde me encuentro, en una biblioteca, como es natural. Soy fan de muchos de
ellos por sus temas, su narrativa, su prosa, su poesía, su rima, por todo su
contenido.
Una
vez en su interior, los puedes ver bien colocados, por temas, autores, por sus
especialidades, en definitiva, para hacerte fácil la búsqueda de un determinado
libro.
Ese
día, estando en la biblioteca, me puse a buscar un libro, especialmente de
cuentos. Quiero decir, que me encanta los cuentos, por lo que procedí a mirar
en los que estaban en la zona de cuentos y relatos. En realidad, no buscaba
ninguno en concreto, pero, empecé a buscar.
Poco
a poco iba descartando los que no me interesaban, unos porque ya los había
leído y, otros porque sus títulos no me decían nada. Pasado un buen rato sin
decidirme cuál de ellos llevarme, oigo muy cercano de mí. —¡Chis!, ¡Chis!— Me
doy la vuelta y deja de oírse, por lo que sigo con la faena de llevarme ese
precioso libro para leerlo. De nuevo se produce el mismo —¡Chis!, ¡Chis!— Hago
un giro veloz mis píes intentando posicionarme en la dirección de donde
procedían esas llamadas de atención. En eso que veo un libro moverse, me acerco
con la intención de cogerlo para que no caiga al suelo.
Llegando
a su altura, oigo que el libro me dice —¿Me estás buscando?—
Yo,
sobresaltado, doy un traspiés, por un momento me veo con mi cuerpo caído en el
suelo. Una vez recuperado de la sorpresa, me pongo delante del libro.
El
libro, me vuelve a preguntar —¿Mes estás buscando?—
Yo
creí que me daba algo ante aquello, me hice como si todo fuera una cosa
natural, y le contesté —Estoy buscando un libro de cuentos—
El
libro ni corto ni perezoso, me responde —Aquí, delante de ti, tienes a uno— añadiendo,
además —yo, contengo un gran número de cuentos en mi interior, variados e
interesantes— y continuando con su presentación, agrega —Si quieres puedes
ojearme—
Dicho
y hecho, cojo el libro y empiezo a visualizar su interior, según voy repasando,
me respondo —la verdad es que el libro en su presentación se queda corto.
Por
consiguiente, tomo el libro entre mis manos, me acerco a recepción para que me
tomen nota. Y con el libro en la cartera salgo de la biblioteca a toda prisa
para llegar a casa y disfrutar de este querido libro.
“Un
libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado,
un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Proverbio hindú.
Como
era de esperar, todo toca o tiene un final, en este caso llegamos a su fin,
diciendo: No esperes más, coge un libro en tus manos, con el leer y el pasar
hoja a hoja, una fiesta te darás, la lectura no es un capricho, es una fiesta
muy especial.
bayekas