El ciego
(06.12.2018)
Érase una
vez un ciego que pasaba el día recostado sobre un muro del parque pidiendo
limosna. Para ello había escrito en una pizarra:
—Por favor, ayúdenme, soy ciego—
Un hombre
que comía cada mediodía en un banco cercano decidió acercarse al ciego para
echar unas monedas en su sombrero. Viendo que apenas tenía dinero para pagarse
un café con leche, decidió echarle una mano. Con ese fin, cogió la pizarra, le
dio la vuelta y escribió un nuevo mensaje en el reverso. Sin que el invidente
se diera cuenta, volvió a dejar el letrero en su lugar y se marchó a su trabajo
para acabar la jornada.
Cuando
pasó de nuevo por delante del ciego, fue una grata sorpresa descubrir el
sombrero lleno de monedas y billetes. El buen hombre reconoció sus pasos y le
preguntó si había sido él quien cogió su pizarra y qué mensaje escribió.
A lo que,
el anónimo paseante contestó:
—Nada que no sea tan cierto como lo que tú
habías escrito—
Y, a
continuación, le dio la mano y siguió su camino.
El ciego
nunca lo pudo leer, pero en el cartel ponía:
—Hoy es primavera y no puedo verla—
Como
decía Einstein:
—Si haces lo que siempre hiciste, obtendrás
los mismos resultados—
Moraleja.-
Es cierto que, a veces, hay que cambiar de estrategia cuando las cosas no van
bien para, así, mejorar la realidad.
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