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domingo, 28 de octubre de 2018

La niña en el bosque



La niña en el bosque

Era una noche lluviosa. El agua caía desmesuradamente sobre la encharcada tierra, ésta se había convertido en un barrizal difícil para el caminar.

A parte de eso, la noche estaba cerrada, la Luna debido a la tormenta estaba oculta sobre las nubes grises que se alzaban sobre el cielo, su oscuridad era intensa, apenas se podía divisar algo sobre la cortina de agua que en esos momentos estábamos padeciendo.

Todos continuaban centrados en el cometido indicado por las autoridades del pueblo. La mayoría de los vecinos estaban allí voluntariamente centrados en búsqueda de la niña. Hacía más de diez horas que la niña se le había visto por última vez en el pueblo.

A pesar de las inclemencias del tiempo y, de cómo se encontraba el terreno, todos continuaban obsesionados con encontrar a la niña. El correr del tiempo apremiaba para encontrar a la niña perfectamente y cuanto antes.

Nadie se rendía, al contrario, todos se afanaban más en la tarea. Iban formando un cordón, mediando entre uno y otro apenas un metro. La batida ya había recorrido varios kilómetros en el bosque. La niña no había sido vista aún.

En este afán de encontrarla, todos iban armados con su linterna, con ella se ayudaban para divisar bien el terreno que estaban pisando con la batida.

De pronto, en la oscuridad y en el silencio de esa noche, se oyó como una voz dando la alarma. Alguien había visto algo. Todos se detuvieron al momento sin abandonar su puesto en esa especie de formación, a la espera de que se continuará o no con la búsqueda de la niña desaparecida.

Cómo un rumor a los lejos, los allí presentes, pudieron oír que se continuaba con la tarea y que se iba por buen camino. Sólo se había encontrado un jirón del vestido de la niña que se andaba buscando. Pasaron, tal vez, cuatro o cinco horas, nadie podría precisar en esos momentos, desde que se encontró enganchado en una rama un trozo de tela del vestido de la niña. A todo esto, se volvió a escuchar en la lejanía un grito, está vez era distinto.

Todos cesaron en el andar a la espera de los resultados del grito. En esos momentos, se empezó a oír unos gritos de alegría. Los voluntarios, empezaron a salirse de la formación que hasta ese momento con mucha tensión habían formado.

La niña había sido encontrada, estaba sana y salva, eso sí, empapada por las inclemencias del tiempo y algo asustada. Tenía entre sus manos un osito de peluche y lo abrazaba con mucho cariño.

La niña sólo sabía decir, que su osito se había extraviado en la espesura del bosque, y que, lo había encontrado, protegiéndole de los hombres malos.

Todos felices volvieron poco a poco a sus casas en el pueblo y, con la satisfacción del deber cumplido.

Lo bien hecho, bien parece, agregando, además, nunca es tarde si la dicha es buena.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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