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sábado, 13 de octubre de 2018

Y empezamos un nuevo día



Y empezamos un nuevo día

Son las 04:30 horas, suena el despertador. Me hago unos minutos el remolón. Vuelve a saltar. No hay manera, es la hora de despertar, comienza el nuevo día.

Me levando, dirijo al aseo, enciendo la luz. Observo el espejo donde se refleja mi imagen. Me digo con asombro ¡Joder cómo pasan los años! Termino de asearme. De nuevo vuelvo a la habitación para realizar el ritual de vestirme. Terminado, beso a mi mujer, cojo la mochila, y, ¡hala, a la calle!

Me encamino dirección al tranvía. Aceleró el paso para poder tomar el de las 04:50 horas. Ya estoy en la parada; quedan unos minutos para que llegue. Tomo un respiro. Es de noche todavía. La mayoría de la gente está durmiendo. Miro los edificios y no se ve ninguna luz tras las ventanas. Claro, la gente normal está durmiendo. ¡Creo!

Desde la parada divisó el tranvía que se acerca. Hoy es puntual. Para. Subo. Paso el abono y me siento, en ese justo momento se pone en marcha. De momento estoy sólo con el conductor.

Llega a la siguiente estación, dos personas más suben al mismo. Continuamos. Va realizando el recorrido y se van subiendo más pasajeros. Yo los escrudiño intentando adivinar algo de ellos, de que trabajan, o por sus ropas, saber si vienen de fiesta o se van a otro sitio a continuarla.

Llegamos a la estación del tren de cercanías. Miró el reloj, quedan cinco minutos para que salga. Apresuro el paso. Llegando al vestíbulo de la estación, sorteo los enclavados encaminándome hacia los andenes. Una vez allí, miro el indicador, quedan tres minutos para que salga. Hay dos trenes, me subo en el que está a punto de partir. Ya estoy dentro. Busco un asiendo que esté vacío y situado con vistas al andén. Hecho. Suben más personas a la carrera.

De pronto se oye el sonido que nos indica que nos ponemos en marcha. Cada momento que pasa el tren acelera su velocidad.

Desde donde estoy intento ver de nuevo a las personas que están próximas a mí con la intención de estudiar sus gestos, sus movimientos de brazos, su expresión de cara. Es una manera de pasar el tiempo.

Van pasado estaciones y, a su vez, se van incorporando más viajeros. Me doy cuenta de que, aun siendo domingo, muchas personas madrugan para ir a su trabajo.

Llego al metro, paso por el torno que se encuentra abierto y, me pongo a esperar al de personal. Ya se oye uno por el túnel. Su luz se divisa en la oscuridad. Va aminorando la velocidad, llegado a nuestra altura para, subimos, y continúa el recorrido repartiendo personal por las estaciones.

Ahora me toca a mí. ¡Ah! No lo he dicho. Soy vigilante de guridad y trabajo en el metro.

¿Menuda putada? ¡Verdad!

Continuará......
bayekas


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